Verano de Internet en Cuba

Mundo, 20 Oct. (DW).- La demanda es enorme. Desde julio, se han instalado en la isla 35 puntos inalámbricos públicos de conexión a la red. Esto da lugar a nuevas oportunidades de ingresos, no siempre legales.

 

Un reportaje de la emisora estatal cubana ‘Cuba dice’ lo confirmó a principios de mes: los jefes de la compañía telefónica estatal Etecsa revendían en el mercado negro grandes cantidades de tarjetas de conexión temporal a Internet. Desde que el gobierno de Cuba instaló en julio 35 puntos públicos de acceso a la red, reduciendo a la mitad las tarifas de 4,50 CUC o «pesos convertibles» (unos cuatro euros), una serie de nuevos negocios, en su mayoría ilegales, han comenzado a emerger.

Tarjetas para Internet en los puestos callejeros

Raulito (nombre ficticio) es uno de a los que Internet ha dado una nueva fuente de ingresos. Revende las tarjetas de conexión en la calle. Normalmente se sienta en un pequeño muro delante del Cine Yara, en el barrio de El Vedado. «Tarjetas, tarjetas», susurra Raulito, y el negocio se cierra en cuestión de segundos: tres pesos una hora de conexión.

Para los europeos puede parecer anacrónico, pero tener Internet en casa es una utopía para la mayoría de cubanos. Pocos lo tienen en el trabajo. Hasta este verano sólo se encontraba, a precios exorbitantes, en los hoteles turísticos. Así que a muchos sólo les quedaba hacer largas colas frente a las salas de informática de Etecsa. Ahora disponen de cuenta de correo personal del proveedor estatal y conexión a dos pesos la hora o las tarjetas de conexión, anónimas, por 2,5 pesos la hora.

Largas colas

Quien no quiera esperar, recurre a Raulito o a uno de los treinta o cuarenta que, como él, venden las tarjetas en el tramo de calle en que se recibe la señal wifi. Son sobre todo jóvenes, pero hay también mujeres y jubilados. «Nunca llevo muchas tarjetas conmigo», explica. «O se le dejan a alguien más o se esconden –en los arbustos, bajo las piedras o enterradas–, debido a la policía». Si los descubren les ponen una multa.

Raulito muestra una: «justo ayer me pillaron». Son 1.500 pesos cubanos de sanción, alrededor de 60 pesos convertibles. Las ganancias de media semana. Un día normal vende entre treinta y cuarenta tarjetas y saca de diez a quince pesos (eso es mucho dinero en Cuba: el salario de un mes en un trabajo estatal). «Un domingo a veces se pueden incluso vender hasta doscientas tarjetas», aclara. Es la segunda multa en poco tiempo. «En cierto modo, yo también trabajo para el Estado», dice con una sonrisa. «Para pagar, ahora necesito vender más».

Legal, semi-legal, ilegal

Dos meses y medio después del wifi público, más de un millón de cubanos tiene correo electrónico en el teléfono, como anunció por televisión el viceministro de Comunicación Wilfredo González Vidal. Además, se vendieron 3,8 millones de tarjetas. Aunque no dijo cuántas de ellas en el mercado negro. Es difícil de calcular, porque las ventas, aparentemente, son legales.

«Compramos las tarjetas directamente a Etecsa, por 2,50 y las vendemos por 3 CUC», explica Raulito. «O conseguimos que nos las entregue alguien con contactos directos en Etecsa», me revela lo que, un par de días después, denunciará ‘Cuba dice’. «A menudo son los propios jefes de ramo en Etecsa quienes desvían las tarjetas: detienen la venta regular y le dicen a la gente que hay problemas con las tarjetas y que no se pueden vender más por hoy». En los libros se contabilizan como ventas normales.

Nuevos negocios

Internet no sólo ha hecho florecer el comercio ilegal de tarjetas. Hay quien con la aplicación Connectify se conecta y vende acceso a Internet por minutos, para quien no se pueda permitir comprar las tarjetas. «O venden las claves de acceso pirateadas de la red perteneciente al Hotel Habana Libre», dice Raulito, quien aclara que funciona la división del trabajo: nadie se inmiscuye en los negocios de los demás.

El gobierno, por su parte, ha anunciado que quiere extender la Internet en Cuba. Instalará más puntos de conexión y, siguiendo las recomendaciones de la Organización Internacional de las Telecomunicaciones, pretende que la mitad de los hogares dispongan de conexión. De momento, el país cuenta con las tasas más bajas de acceso a Internet en toda América Latina. Sólo un 3,4 por ciento de los hogares disponían de conexión en 2013 (científicos, periodistas, trabajadores culturales y empresarios extranjeros tienen derecho a una conexión privada). Ahora lo tendrán también las familias.

 

Eso podría significar más negocio para Raulito y sus colegas. Pero rico no se va a hacer así, dice. «Cada uno tiene que ver cómo va tirando, la gente de Etecsa con su salario estatal… y nosotros con lo nuestro».