Capacitar a las mujeres para generar efectiva igualdad de oportunidades

*Por: José Luis Choque

“Si las mujeres nos capacitamos seríamos exitosas  y con trabajo seguro”, sostiene Jannet Sanga, mujer de vestido y de  mediana estatura, con un semblante jovial  al opinar que en la ciudad de El Alto las mujeres son víctimas de una aguda discriminación histórica en el campo laboral y en el que no son valoradas por sus capacidades. Sin embargo un Proyecto busca fortalecer la participación de las mujeres aymaras alteñas en actividades que generen ingresos a través de su capacitación técnica como parte del ejercicio de sus derechos ciudadanos, además de la apropiación de la palabra.

Capacitación a mujeres / Foto: CECOPI

Alejado del centro de la urbe, en esa planicie altiplánica donde se constituye la ciudad de El Alto, en el sector sur donde conviven hombres y mujeres trabajadores, en su mayoría migrantes del área rural, emerge una institución cuya premisa fundamental es la de informar y formar a las mujeres sobre sus derechos, se trata del Centro de Educación y Comunicación para Comunidades y Pueblos Indígenas (C.E.CO.P.I.), cuya trayectoria en tareas de capacitación data desde 2006, que  lleva adelante el proyecto denominado “Desde nuestras propias voces: un proyecto de comunicación con enfoque productivo por y para las mujeres aymaras de El Alto”, la iniciativa tiene el propósito de potenciar la inclusión social de las mujeres aymaras del Distrito 8 de la ciudad de El Alto desde el ámbito social y económico, para el ejercicio pleno de sus derechos ciudadanos.

Flanqueada por sus compañeras de aula y su hijo, no mayor de cinco años, explorando visualmente el ambiente; se observa a doña Cresenia Cusi, mujer de pollera, de contextura delgada y tez morena y con una sonrisa que sobresale de su rostro, afanada y concentrada en lo que su guía le demuestra para la confección de polleras. La madre de familia expresa que  tomó estos cursos “para salir adelante”, ya antes –menciona- había formado parte del curso de computación.

“las mujeres debemos saber costurar nuestra propia ropa (…) algunas mujeres no se capacitan por la timidez”, sostiene Cresenia argumentando que tomó el curso de pollerería  porque posee un “negocio” en el área y que desea “mejorar su mano de obra”. La confección de una pollera, solamente mano de obra, llega a costar 50 bolivianos y se puede alcanzar a costurar hasta 3 polleras al día, describe la cursante. Ya avanzada la conversación y en plena confianza, la participante del curso cuenta que para ella es complicado  administrar y estar al frente de su familia ya que asumió la responsabilidad total de la crianza su hijo, “como madre soltera es difícil porque una debe generar sus ingresos económicos sola” revela con cierta angustia pero esperanzada en salir adelante y con la intención –firme- de seguir capacitándose.

Polleras y Pollerería

Para las mujeres altiplánicas bolivianas lucir polleras y ser cholita va más allá de la vestimenta. Una mujer de pollera es una especie de amazona mítica, una guerrera de naturaleza, que afirma su valor espiritual en la pollera, su ropa no es sólo una forma de vestir, sino una forma de ser, un orgullo y una tradición.

La confección de polleras no es, propiamente, una profesión.  La industria de la confección de ropa para las mujeres de pollera no ha sido explorada por los diseñadores en su integridad, al contrario sigue bajo el dominio de las propias señoras de pollera que aprenden el oficio en institutos populares o heredan la habilidad de las madres y/o abuelas; en muchos casos pese a la gran demanda no tienen más posibilidades de desarrollar microempresas familiares.

Para lograr confeccionar una pollera y que las mujeres se vean como una especie de “rosas abiertas” es vital que estas prendas estén confeccionadas en por lo menos siete metros de tela, hay en todas las variedades y precios que oscilan desde 35 hasta 90 bolivianos (Bs) el metro, “el precio es depende de la moda, lo más novedoso cuesta más caro” expone doña Emiliana Condori, que se dedica a la confección de polleras desde hace varios años; “costurar una pollera te cuesta hasta 60 Bs. depende de la talla de la persona (…) se puede entregar hasta 3 polleras por día” añade. La artesana precisa que la confección de la prenda requiere de un trabajo combinado entre la máquina (doméstica o industrial) y a pulso. “la pollera ya confeccionada más novedosa que está de moda cuesta hasta 800 Bs” concluye.

Capacitación a mujeres / Foto: CECOPI

¿Capacitarlas para que tengan autonomía económica y formar mujeres con iniciativa propia? En criterio de Tania Ayma, Directora Ejecutiva de C.E.CO.P.I., el/los proyecto/s de desarrollo económico-social aspira a capacitar a mujeres desempleadas y económicamente vulnerables con las capacidades y los medios para ayudarles a satisfacer las necesidades de sus familias, pero además formula la hipótesis de que a mayor y mejor capacitación mayor y mejor será el ejercicio de los derechos de las mujeres y el primer derecho que se debe promover – dice Ayma- es el “Derecho a la Comunicación” no propiamente desde y en los medios de comunicación (MC), sino desde la perspectiva del derecho que tienen las mujeres ha hacer uso de la palabra.

“…ellas dicen tengo miedo a hablar” reflexiona Tania Ayma al momento de describir –en contexto- la vida cotidiana de las mujeres que residen en el sector sur de la ciudad de El Alto y reiterar que el  proyecto que dirige busca fortalecer la participación de las mujeres aymaras alteñas en actividades que generen ingresos a través de su capacitación técnica como parte del ejercicio de sus derechos ciudadanos, además de la apropiación de la palabra;  al respecto, Jannett Sanga y Martha Aduviri (participantes del curso de Pollerería) coinciden en señalar que existe una importante demanda de mujeres alteñas para acceder a los programas de formación que mejorarían –dicen- las condiciones de vida de las familias que habitan en las zonas urbanas marginales de la ciudad de El Alto.

Indicadores señalan que las mujeres que no cuentan con suficiente formación técnica  se ven obligadas a insertarse en un mercado laboral de condiciones precarias, originando una insatisfacción de las necesidades básicas y familiares; por ejemplo un estudio de la organización internacional ‘Embracing the World’ indica que 2 de cada 3 mujeres en el mundo trabajan en los empleos más inestables y peor pagados; en el ámbito boliviano una investigación del Centro de Capacitación y Desarrollo de la Mujer y la Familia (CECADEM) revela que el 68 por ciento de las mujeres perciben un ingreso no mayor a 650 bolivianos, evidenciándose la situación de pobreza y discriminación salarial en la que viven la mayor parte de las mujeres trabajadoras de El Alto. Esta realidad justifica, en mayor parte, la “necesidad de capacitación” tomando en cuenta que  las mujeres en la urbe alteña son discriminadas en el acceso a un trabajo estable debido al nivel de instrucción,  razones de género u otro tipo. Es en ese escenario de inequidad y de urgencia de soluciones es que  CECOPI desarrolla su trabajo.

Capacitación a mujeres / Foto: CECOPI

Mujeres emprendedoras

En nuestro contexto se maneja la  convicción empírica de que así como son las mujeres las que reciben lo peor del impacto de la pobreza, son también ellas quienes tienden a liderar la iniciativa para resolver esa situación: “el emprendimiento”; es así que la Escuela  de  Producción y la Competitividad de la Universidad Católica Boliviana entregó hace poco un estudio en el que se establece que el 37 por ciento de las mujeres en el país está involucrada en algún proyecto emprendedor. 27 por ciento señala tener un emprendimiento inicial y 10 por ciento cuenta con un proyecto empresarial establecido.

En esa línea, doña Martha Aduviri con una expresión de optimismo dice: “aprendo pollerería para mí misma y para tener mi propio taller y salir adelante, no quiero quedarme atrás”, relata –emocionada- que su esposo le comprometió ayudarla a establecer su propio negocio. “La costura es necesario para todo (…) deseo trabajar en pollerería y tener mi propio negocio” expresa, por su parte, Jannett Sanga quién comenzó a ahorrar para hacer realidad su sueño. Frente a estas afirmaciones de mujeres que ven un horizonte favorable en un “negocio propio” podemos desembocar en que en el ámbito del empoderamiento social y político, las mujeres que generan ingresos económicos propios pueden elevar su confianza y autoestima al contar con los recursos financieros para mejorar sus condiciones de vida y adquirir habilidades y conocimientos que incidan sobre su mayor valoración y participación social.

La mujer boliviana, en particular la mujer alteña, es emprendedora es así que un estudio muestra que 37 de cada 100 mujeres en el país tiene un proyecto de negocio, pero ¿cómo lograrlo? frente a esta interrogante organizaciones sociales de mujeres, Organizaciones No Gubernamentales (ONGs) y autoridades coinciden en señalar que “la capacitación es importante”.

Capacitación a mujeres / Foto: CECOPI

Capacitación y familia

Para la mujer  lograr un reconocimiento de su aporte económico al desarrollo (familiar) todavía representa un cambio social de trascendencia. Aún  se considera que su participación en una actividad remunerada es un rol secundario que debe realizar en la medida que sus responsabilidades familiares o  domésticas no sean afectadas, es ante este panorama en que el rol de la familia, en particular del esposo, entra en escena.

“hay algunos esposos que no dejan salir a sus esposas” sostiene Cresenia que aclara que, en su caso, al no depender de un varón, ella “administra su propio tiempo”; pero los esquemas tradicionales se rompen cuando a una de sus compañeras, Jannett, su esposo le dijo “si la capacitación fuera para hombres yo mas aprovecharía”, estas palabras de don Willy B. encierran un gran significado para las mujeres tomando en cuenta que mayoritariamente los varones poco o nada de atención le prestan a las opciones que tienen sus esposas para capacitarse, al contrario predomina el criterio de que “la mujer debe estar en la casa cuidando a los hijos”.

“Los esposos deben apoyar a sus esposas, hay hombres que no nos apoyan” añade Jannett al momento de describir las posiciones que asumen muchos padres de familia.

En frecuentes encuentros de mujeres y activistas por los derechos de las féminas se planteó la necesidad de la  implementación de políticas productivas, erradicación de la deserción escolar de mujeres indígenas, diseño de políticas públicas de formación y educación con enfoque de género, conformación de comités de derecho y justicia, dotación de personal especializado y bilingüe en centros de salud del área rural, creación de nuevos ítems en salud y educación; y la asignación de recursos económicos para desarrollar acciones favorables al ejercicio de los derechos de las mujeres. Frente a estas demandas se tiene como respuesta favorable de las autoridades el Plan Nacional para la Igualdad de Oportunidades 2010-2015, “Mujeres Construyendo la Nueva Bolivia para Vivir Bien”, que en su eje económico, productivo y laboral, plantea promover el acceso de las mujeres al patrimonio tangible (tierra, vivienda, capital) e intangible (tecnología y capacitación).

Por otro lado en el concierto internacional, en la Plataforma de Acción aprobada en la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, celebrada en Beijing en 1995, se reconoce la necesidad de que la mujer tenga acceso pleno y en condiciones de igualdad a la educación y la capacitación como una de las 12 esferas de preocupación que exigen medidas urgentes de los gobiernos y la comunidad internacional.

“Estoy muy agradecida por estos cursos que están brindando, a mí me ayudan bastante porque una vez que concluya esta capacitación voy a abrir mi propio negocio para ayudar a mi familia en los gastos, invitamos pues a todas las mujeres que quieran superarse que sean parte de estos cursos”, acentúa doña Cresenia Cusi enfatizando la importancia e impacto de los cursos en su vida cotidiana.

“Son señoras con deseos de aprender, quieren trabajar desde casa para estar en compañía de los hijos y no descuidarlos” anota la profesora Marcela Cano, facilitadora del curso de pollerería destacando, además, que en las aulas las mujeres “socializan y hablan entre ellas, pierden el miedo (…) si tienen problemas en sus casas aquí se desahogan y mejoran sus relaciones sociales”.

“Hay que lograr una efectiva igualdad de oportunidades” sentencia Tania Ayma que resalta que en la actualidad unas 300 mujeres (60 en pollerería) forman parte de los cursos de capacitación técnica-productiva que encara C.E.CO.P.I. con el apoyo de la Junta de Andalucía (España) y la Asociación de Emisoras Municipales de Andalucía en Radio y Televisión

(EMA RTV).

“quisiera que haya más cursos de capacitación en el sector (distrito 8) hay muchas mujeres que no se capacitan porque no tienen tiempo, la distancia o porque tienen que cuidar a los hijos” añade Jannett Sanga al reiterar que esa dificultad se repite frecuentemente al interior de una familia alteña.

Pero ¿Por qué las mujeres deben capacitarse? ¿es el ejercicio pleno del derecho a la comunicación de las mujeres la herramienta para cambiar los actuales esquemas en las que se desenvuelve esta sociedad, con hegemonía patriarcal y de discriminación a hacia las mujeres?, estas interrogantes nos ponen a reflexionar a todos y a usted lo invita a volver a leer esta redacción.

Lic. DAEN José Luis Choque C.

Periodista, Comunicador  Social.

@JLuisChoque13

Reportaje escrito para Centro de Educación y Comunicación para Comunidades y Pueblos Indígenas – CECOPI