Rodríguez Veltzé: necesitamos voluntad política y confianza para retomar diálogo con Chile

 

Bolivia, 23 mar. — Este 23 de marzo es el primer Día del Mar que se vive tras el fallo de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) que declaró que Chile no adquirió la obligación de negociar una salida al mar en 2018. Al respecto el agente boliviano ante ese tribunal, Eduardo Rodríguez Veltzé, aseguró que para retomar el diálogo con Chile sobre la demanda marítima es «indispensable» la voluntad política y «renovar» las condiciones de confianza mutua entre ambos países.

Desde La Haya, el expresidente indicó a ANF, en una entrevista escrita, que el restablecimiento del diálogo es un desafío para la diplomacia y para los propios pueblos de «reconciliarse» y forjar una relación más fraterna y constructiva.

En esa línea, el Canciller Diego Pary señaló el viernes que uno de los puntos centrales del discurso del presidente Evo Morales por los 140 años de la pérdida de Bolivia de un acceso soberano Océano Pacífico, será la convocatoria a dialogar con Chile para hallar una solución al diferendo marítimo.

En la entrevista, Rodríguez además hizo una evaluación de la decisión del alto tribunal de la Organización de Naciones Unidas (ONU), asumida el 1 de octubre de 2018, de que Chile no contrajo con Bolivia una obligación de negociar un acceso soberano al Pacífico. Al respecto, la autoridad consideró que la combinación entre los «factores políticos y diplomáticos» con el desarrollo de los precedentes judiciales pudieron tener mayor atención en la sentencia de la Corte.

Tras el fallo de la Corte ¿Cómo evalúa usted la estrategia política y diplomática de la demanda marítima boliviana presentada ante La Haya?

RV: La evaluación de las estrategias políticas y diplomáticas adoptadas por los diferentes gobiernos en el tema marítimo requiere un examen de los contextos en los que se producen, particularmente sobre el estado de las relaciones con Chile y las condiciones para definirlas.

La decisión de judicializar la disputa marítima y llevarla a la Corte Internacional de Justicia estuvo precedida de una política de acercamiento y acuerdos preliminares para abordar el tema marítimo, que fue incorporado en una agenda de 13 puntos y que parecía abrir una nueva etapa de confianza mutua en las relaciones bilaterales.

Lamentablemente la dilación y la falta de voluntad política para aproximar y concretar propuestas afectaron el diálogo y precedieron la determinación política adoptada. El Gobierno realizó una serie de consultas antes de concretar la presentación de la demanda, estas incluyeron varias reuniones con expertos y exautoridades para lograr consensos en torno a una «política exterior de Estado» y con las condiciones para sostener el nuevo rumbo frente a Chile.

Independientemente del resultado, esa estrategia fue forjada de manera participativa, abierta al conocimiento y al debate público. En su implementación no hubo improvisación y se trabajó con la mayor responsabilidad y rigor posible. Siempre es posible asumir que pudo haber otros caminos, lo importante es optimizar las evaluaciones para el futuro.

¿Por qué considera usted que la CIJ declaró que los acuerdos bilaterales y los actos unilaterales invocados por Bolivia como fundamento de una obligación jurídica de negociar no obligaron a Chile a negociar un acceso soberano al Pacífico?

RV: El fallo de la Corte elabora razonamientos por los que considera que estos antecedentes no generan para Chile una obligación jurídica de negociar con Bolivia y que resulte exigible judicialmente. Pese a que no es unánime y concurren votos disidentes que sostienen lo contrario, la Corte ha sentado una línea de exigibilidad, un umbral de requisitos extraordinariamente altos para concebir que determinados actos, intercambios, acuerdos u otras prácticas puedan generar obligaciones.

No era ese el temperamento de otros precedentes en los que la misma Corte admitió y resolvió favorablemente los efectos de estos antecedentes. Asumo además que la decisión, al sustraerse de un análisis más amplio sobre los contextos que rodearon a cada uno de esos episodios invocados, procuró aislar el razonamiento prácticamente literal de los acuerdos para desvirtuar cualquier otra posibilidad que desvele que hubo un propósito de lograr acuerdos y proyectar una obligación sobre ellos.

Es una modalidad de argumentación válida pero reveladora de una postura más bien conservadora, más afecta a la literalidad de textos que a descubrir cuál fue la verdadera intención de las partes. Es posible expandir aún el análisis del fallo.

¿Cuáles considera usted que fueron las debilidades, de forma integral, que tuvo la demanda boliviana interpuesta contra Chile?

RV: Hoy es posible contrastar la demanda boliviana contra el fallo y examinar los criterios jurídicos adoptados, la forma en los que fueron razonados por la Corte y los alcances de su decisión. Posiblemente ese análisis que recién comienza pueda iluminar las fortalezas o debilidades tanto de la demanda como del propio fallo y las opiniones vertidas en él, incluidas las disidentes.

El derecho internacional, a diferencia del derecho doméstico, tiene diversas fuentes que configuran las tendencias o líneas que adopta la Corte y que ciertamente varían en el tiempo y según los contextos del orden internacional. Esa combinación entre los factores políticos y diplomáticos con los desarrollos de los precedentes judiciales, no siempre advertidos o predecibles, pudieron tener mayor atención.

¿El presidente Morales indicó que el reclamo marítimo es «irrenunciable» y que recurrirá a otras vías dentro de lo dispuesto por el régimen de las Naciones Unidas? ¿Cuáles son esas vías?

RV: Comparto el criterio de la irrenunciabilidad de nuestro reclamo marítimo. Pero no me corresponde responder el resto de la pregunta.

Expertos en materia internacional coinciden en que la única vía de solución para el tema marítimo es la negociación entre Chile y Bolivia ¿Qué opina al respecto y cuáles podrían ser esos mecanismos de negociación bilateral para hallar una solución al diferendo marítimo?

RV: Convengo en la importancia del diálogo, de la negociación y de los acuerdos como una vía de solución de las controversias entre los estados. Nuestra demanda apuntaba precisamente a ello, a una negociación efectiva y oportuna para resolver el acceso de Bolivia al Océano Pacífico. Los mecanismos o las modalidades deberán estar precedidas de la voluntad política de las partes, una voluntad que generalmente compromete un trabajo diplomático activo.

¿Usted considera que con el Gobierno de Sebastián Piñera se puede lograr acercamientos para retomar el diálogo sobre el tema marítimo? ¿Cuáles son las condiciones que deben establecerse?

RV: Sí, creo que es nuestra condición de vecindad y no sólo la de los gobiernos de turno los que definen la vocación de diálogo, de integración y fraternidad entre los dos países. Es indispensable la voluntad política de aproximarse y renovar las condiciones de confianza mutua, un desafío para la diplomacia y para los propios pueblos de reconciliarse y forjar una relación más fraterna y constructiva.

¿Cree usted que fue un error la estrategia comunicacional del Gobierno que alentó el apasionamiento de los bolivianos y el espíritu de patriotismo por un adelantado fallo favorable de la demanda marítima y que debió adoptarse una actitud más prudente pues podría darse otro resultado?

RV: También es posible formular opciones a lo que pudo hacerse mejor en materia comunicacional. Lo importante hoy es mirar adelante.

El Gobierno en reiteradas ocasiones indicó que en el caso de la demanda de las aguas del Silala se reforzará el sustento legal y técnico ¿Cuál es la estrategia que se asumirá tomando en cuenta la experiencia que se tiene con la demanda marítima?

El procedimiento en la causa del Silala se encuentra en etapa de alegaciones escritas y por disposición del Reglamento de la Corte, las actuaciones son aún reservadas.

ANF