La Rusia de Putin, el fenómeno geopolítico mundial

 

«Hoy en día es necesario detener la histeria, abandonar la retórica de la Guerra Fría y aceptar lo obvio: Rusia es un participante independiente y activo de la vida internacional. Como otros países, tiene sus propios intereses nacionales que deben ser considerados y respetados».

Vladímir Putin

 

 

Rusia es el país más grande del mundo (1.8 veces China y 5 veces India), con una población de 146.300.000 habitantes.

Vladímir Putin y el gran capital ruso plantean una estrategia para fortalecer su presencia en las relaciones internacionales, para ello se basan en una visión pragmática acerca de los derechos humanos, y dejan ver además su necesidad de mantener una cooperación estrecha con China. Muestran su preocupación sobre la inestabilidad de muchas regiones, y como ello socava las inversiones de empresas rusas,  y ve como necesidad el de mantener el debate dentro de lo que reclama el derecho internacional, asumiendo posturas muy similares a la de Fukuyama.

Rusia siempre fue una superpotencia, ha utilizado su potencial para ganar amigos y así reforzar su influencia en su entorno inmediato, particularmente entre los antiguos países satélites soviéticos. Los dirigentes rusos pretenden seguir jugando un papel similar al que tuvieron a lo largo del siglo XX, y en consonancia con esto, en los últimos tiempos han logrado ganarse varios aliados cercanos en todo escenario internacional.

Rusia frente a la hegemonía económica estadounidense

El profesor asociado de economía política y política pública de la Universidad de Wisconsin-Milwaukee, Jeffrey Sommers, afirma que la primacía estadounidense en el mundo es temporal. “EE.UU. realmente ha ostentado el liderazgo mundial durante cierto tiempo, pero sus mejores días parecen haber terminado”, afirma.

Sommers subraya que el siglo XX estuvo marcado por la hegemonía económica de EE.UU., aunque su competencia con la Unión Soviética la frenó durante casi 40 años. No obstante, al superar las consecuencias de la crisis de la década de los setenta, la economía estadounidense, al parecer, recibió un impulso importante. En 2008 estalló una nueva crisis que afectó el sistema financiero y este no pudo seguir siendo tan estable como antes. El sueño de los economistas liberales de volver a la ‘edad de oro’ de EE.UU., de acuerdo con el modelo del siglo XIX, ya no tuvo la oportunidad de convertirse en realidad.

Sommers concluye que la situación actual va a facilitar el retorno del mundo al estado multipolar porque los países BRICS, por ejemplo, ahora tendrán que aplicar una política económica más independiente, lo que abrirá nuevas oportunidades para la competencia industrial y política en el mundo. En estas condiciones, Rusia también cuenta con recursos suficientes para realizar un gran avance, tanto en capacidad humana como en infraestructura técnica.

La actual estabilización de la economía de Rusia es fruto de los esfuerzos de sus autoridades y ante todo del Banco de Rusia. El crecimiento del 41,5% del índice bursátil Market Vectors Russia muestra que el país es el jugador de los mercados más creciente del año pasado 2015.

Rusia se ha convertido en una de las economías emergentes, con probabilidades de ocupar uno de los primeros lugares en los próximos años. Entre los factores que han incidido en este proceso figuran una considerable reserva de monedas extranjeras, es decir, reservas internacionales, la cercanía con China que facilita el comercio y el intercambio de proyectos, y los cuantiosos recursos minerales con los que cuenta la nación. Mientras muchos de los países industrializados aguantan la presión de las enormes deudas públicas y déficit fiscales, Rusia presenta una óptima relación Deuda-PIB.

Capacidad de afrontar cualquier desafío

«Hoy día, Rusia está mostrando una vez más que es capaz de afrontar cualquier desafío, resolver las tareas más complicadas y, como siempre ha sido, aquellos que hacen avanzar el país son los que asumen la responsabilidad y entienden que el bienestar no solo de empresas, industrias enteras, ciudades sino también de todo el país depende de sus esfuerzos personales y los resultados de su trabajo», afirma Vladimir Putin, subrayando la necesidad de mantener la identidad histórica y cultural del país al transferir los conocimientos a las nuevas generaciones.

El líder añade que Rusia no es un país que da un paso atrás ante los desafíos. Rusia se concentra, reúne fuerzas y responde a cualquier desafío. Supera las pruebas y siempre sale victoriosa. “Tenemos una nueva generación de personas creativas y responsables que ven el futuro. Ellos ya están llegando y, por supuesto, seguirán llegando a la dirección de las empresas en todas las esferas, instituciones gubernamentales y de todo el país”.

Según el economista Steven Rosefielde de la ‘Universidad Chapel Hill de Carolina del Norte’, Rusia tiene la intención de “surgir nuevamente como superpotencia plena”, y “contrariamente a lo que se piensa, este objetivo está dentro de las posibilidades del Kremlin, aunque los costes para el pueblo ruso y para la seguridad mundial muy probablemente serían ellos inmensos”. Rosefielde resalta además que Rusia “tiene un ejército y un complejo industrial casi intactos…” y que “su riqueza en cuanto a materias primas permitiría mejorar sus cuentas y despertar la superpotencia adormecida y latente que el país y la dirigencia llevan dentro”, afirmando además que “ciertas notables carencias que la aquejan, difícilmente podrían impedir su retorno al primer plano del escenario internacional”.

Es menester destacar como desafío, incluso hoy en día, que Rusia sigue estando muy adelantada en el dominio espacial. Como se recordará, la URSS fue el primer país en lanzar exitosamente un satélite artificial, y también el primero en llevar a un hombre al espacio exterior en el marco de la llamada carrera espacial que se disputó entre los Estados Unidos y la Unión Soviética.

 «Hoy día, Rusia está mostrando una vez más que es capaz de afrontar cualquier desafío, resolver las tareas más complicadas y, como siempre ha sido, aquellos que hacen avanzar el país son los que asumen la responsabilidad y entienden que el bienestar no solo de empresas, industrias enteras, ciudades sino también de todo el país depende de sus esfuerzos personales y los resultados de su trabajo»

El desafío ruso

El doctor Zbigniew Brzezinski,  en una conferencia dada en el CSIS (Centro de Estudios Estratégicos Internacionales) de Washington, D.C. afirmó que “Putin ha impuesto una ideología en Rusia, algo ausente desde que cayó el comunismo hace una generación. Ella es nacionalista, chovinista, agresiva, amenazante y geográficamente expansiva. Está basada en un determinismo histórico, por ejemplo justificando elípticamente el pacto Ribbentrop – Molotov de fines de agosto de 1939, que dio lugar a la II Guerra Mundial. Un tema no menor. Esta ideología pretende abarcar a todos los rusos, vivan donde vivan, inclusive los que ya no son sus ciudadanos, a quienes desea movilizar en favor de su país de origen y promete defender”.

Añade que la estrategia rusa actual es: a) Intimidar y tratar de dividir la Unión Europea (UE) y mientras tanto, hacerla inoperante, paralizando su accionar. b) Separarla de los EE.UU. c) Recordar que Rusia tiene un enorme arsenal de armas nucleares y con eso atizar el miedo a que pudieran ser utilizadas, asunto casi olvidado en el contexto europeo, hasta esta no tan velada, amenaza. Exacerbar los problemas donde fuere. Expandir su área de dominio.

Los aliados de Rusia

Rusia, alejado de las potencias occidentales, tiene la opción de acercarse a países en desarrollo y a socios económicos. Después de que Occidente impusiera —en primavera de 2014— sus sanciones económicas y políticas contra Rusia, el país eslavo perdió prácticamente todos los vínculos que había establecido con EE UU y los países europeos durante las dos décadas anteriores. En este escenario, el gobierno ruso ha tenido que revisar sus prioridades en materia de política exterior y buscar nuevos socios.

“Las sanciones económicas pueden ser un arma de doble filo porque más que castigar a Rusia, implica empujarlo hacia un mayor acercamiento con China y esto sería un desequilibrio bastante importante donde los dos bloques hegemónicos tradicionales como son la Unión Europea y Estados Unidos podrían debilitarse. A pesar de ser expulsado del G-8, Rusia tiene muchos más mercados y no es tan dependiente de ese club de Toby de los países mas industrializados del mundo“, opina Dejan Mihailovic, profesor investigador del Tecnológico de Monterrey.

Once países dieron su apoyo a Rusia durante la votación en la Asamblea General de las Naciones Unidas que declaró –con 100 votos a favor y 58 abstenciones- inválido el referéndum de Crimea en el que la población de la península aceptó separarse de Ucrania para anexarse a la Federación rusa.

Además del propio voto ruso, los 10 países restantes que votaron en contra, -Venezuela, Bolivia, Cuba, Nicaragua, Bielorrusia, Armenia, Corea del Norte, Siria, Sudan y Zimbabwe- son aliados tradicionales de Rusia, o críticos de las políticas estadounidenses.

Políticamente, Siria es uno de los pocos aliados de Rusia, que además es su mayor proveedor de armas. Rusia ha apoyado al cuestionado régimen de Bachar al Asad por los numerosos contratos sirios con la industria de defensa rusa, pero también por una cuestión ideológica: la política clave de Rusia es bloquear los esfuerzos estadounidenses en la región.

“Los países llamados BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) pueden beneficiarse de este conflicto porque un mayor acercamiento con China y eventualmente Sudáfrica, Brasil hasta Argentina podría promover un nivel de integración interregional de países situados en el sur del hemisferio y que ampliarían la influencia a nivel global de Rusia para presentarse como un bloque interlocutor válido para enfrentar los intereses de la Unión Europea y Estados Unidos“, dice  Dejan Mihailovic.

No obstante, la nueva política exterior del país eslavo tiene un coste significativo. Todos los aliados actuales de Rusia sin excepción pretenden negociar así unas condiciones favorables en el suministro de energía o de armamento.

La Organización de Cooperación de Shanghái liderada por Moscú y Pekín refuerza cada vez más su importancia en la arena internacional. El deterioro de las relaciones Rusia-Europa y la creciente desconfianza entre Moscú y Washington han dejado sin argumentos a los rusos que recelaban de China y de su frenética marcha hacia la cúspide del mundo.

Rusia y China se cortejan desde la desaparición de la Unión Soviética, aunque el salto cualitativo se produjo tras la vuelta de Vladímir Putin al Kremlin, en mayo de 2012, y la buena relación establecida con Xi Jinping, quien en 2013 realizó a Moscú su primera visita como presidente.

Geopolítica global rusa

La primera meta que tuvieron los países del antiguo bloque soviético fue recobrar y redimensionar su identidad nacional. Otro fin importante de algunos de estos actores geopolíticos fue su reorientación hacia los principales polos de fuerza del mundo contemporáneo, centrando su atención hacia la integración en la Alianza Atlántica OTAN y la Unión Europea (UE).

Los objetivos actuales geo-políticos de los líderes rusos pasa por garantizar la unidad territorial y la estabilidad política del Estado, la recuperación de unas condiciones de vida dignas y unos niveles de bienestar del pueblo ruso equiparables a los países más avanzados. Mantener el control sobre los países de su área de seguridad estratégica y la protección de las minorías rusas establecidas en esos países: Bielorrusia, Ucrania, Moldavia, Cáucaso Sur y repúblicas centroasiáticas. Asimismo, mandan señales claras a las ex-repúblicas de la URSS que no dudara intervenir para defender los intereses de las minorías rusas tal como sus intereses estratégicos (intervenciones en Georgia 2008, Moldavia-Transnistria 1992 y Crimea 2014).

Rusia siempre ha estado en el mapa del mundo, y «de moda» en la política cuando se tenía que señalar a uno de los «malvados» de ese mundo. Con esa división entre buenos y malos, para lo que llaman Occidente, Rusia era aquello que representaba la continuación, bajo forma distinta, de los «enemigos de la democracia» que fueron los fascismos: en el siglo XX la URSS suponía militarismo, jerarquía, partido único, estatalismo, ausencia de oferta y demanda libres… pero lo que nunca se ha leído es que ello era no una forma más de comunismo teórico, si no tal vez la continuación de una tradición geopolítica «oriental» —en realidad europea— que Occidente había perdido y que, en pleno siglo XXI y con su correspondiente actualización al presente, muestra su vigor frente a la geopolítica del capitalismo occidental. (Aleksandr G. Duguin, Geopolítica de Rusia, 2015).

Rusia era en plena de guerra fría considerada como una de las dos superpotencias hegemónicas, pero poco después de la caída de la URSS, la influencia de Rusia se vino abajo rápidamente, debido ello a una crisis económica, social y política interna, pero ese desequilibrio poco a poco se ha ido superando, y ahora, dos décadas después, Rusia se muestra activa en la lucha geopolítica internacional, con presencia en muchos escenarios de conflicto. Además Rusia cuenta con el poderío militar heredado de la guerra fría, lo que la convierte en una potencia, no fuerte económicamente pero con la capacidad armamentística de desequilibrar a cualquier país, incluido EE.UU. Como potencia que busca mayor presencia en el escenario internacional, Rusia no es ajena a la futura disputa por la hegemonía entre EE.UU y China.

Vladimir Putin y el gran capital ruso plantean una estrategia para fortalecer su presencia en las relaciones internacionales, para ello se basan en una visión pragmática acerca de los derechos humanos, y dejan ver además su necesidad de mantener una cooperación estrecha con China. Muestran su preocupación sobre la inestabilidad de muchas regiones, y como ello socava las inversiones de empresas rusas,  y ve como necesidad el de mantener el debate dentro de lo que reclama el derecho internacional, asumiendo posturas muy similares a la de Fukuyama. Con el apoyo de Rusia se produce un mayor fortalecimiento de la posición de China, y afianza aún más la posibilidad de China como potencia hegemónica en las próximas décadas.

Con la llegada de Vladimir Putin al frente del gobierno ruso, se inició el resurgimiento paulatino del Estado ruso como jugador cada vez más activo y con poderes definidos en la arena internacional. La Federación Rusa dispone de importantes cuestiones que la mantienen como una potencia influyente en el sistema internacional actual, lo que unido al respaldo interno con que cuenta el gobierno, así como la ausencia de fuerzas internas de oposición organizadas, son factores que ayudan a la solidez y fortaleza del Estado ruso actual. La dialéctica de la actual política exterior rusa radica en la defensa de sus intereses nacionales, pero evitando la confrontación con los países occidentales y, en primer lugar, con Estados Unidos.

La Rusia de Vladimir Putin

El mandatario ruso siempre ha defendido el derecho de Rusia a una postura y una opinión independiente en las relaciones internacionales, y ha criticado los intentos de algunos países de imponer a Moscú su voluntad. Asimismo, en reiteradas ocasiones Putin ha criticado las ambiciones imperialistas de EE.UU. y las decisiones de Washington que agravan el desequilibrio de poder en el mundo, desde la expansión de la OTAN hasta la crisis en Ucrania.

Vladímir Putin presta el juramento presidencial el 7 de mayo de 2000 con Borís Yeltsin como espectador central. Su primer nombramiento fue el de Mijaíl Kasiánov, titular de Finanzas, como primer ministro. En realidad, se trataba de una confirmación de Kasiánov en las funciones que ya desempeñaba desde la dimisión de Yeltsin. Putin desde el primer momento hizo públicas sus intenciones de consolidar un poder central de mayor fuerza que el que se tenía hasta entonces.

Vladímir Putin se ha mostrado como un firme opositor del mundo unipolar, que ha insistido en muchas ocasiones en que este modelo de orden mundial es inadmisible y peligroso, y no tiene nada que ver con la democracia.

Vladímir Putin es uno de los líderes mundiales con mayor tasa de popularidad entre la población. La encuesta de la Fundación de la Opinión Pública realizada en febrero de 2015 mostró que un 85% de los ciudadanos rusos confían en Putin, mientras que un 74% mostró su disposición a votarlo si las elecciones presidenciales hubieran sido celebradas el mismo mes.

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*Por: José Luis Choque C.

Periodista – Comunicador Social

@JLuisChoque13